domingo, 5 de abril de 2009

OPERACIÓN BIKINI

Aún desconozco el extraño motivo por el que año tras año llegada esta fecha, nos entra ese remordimiento de conciencia y esa obsesión por el michelín. Es como si el invierno mantuviese ocultos nuestros cuerpos no sólo a los ojos de los demás sino a los de uno mismo. No he visto el desteñido color de mi piel, la flácidez de mis carnes, ni los centímetros de piel de naranja hasta hace apenas unos días. De pronto, me miré al espejo y me sorprendí a mi misma con una visión desconocida y terrible de mi propio cuerpo. Es en ese momento, mirando frente a frente al peor de los enemigos, el espejo, cuando agobiada por lo que ves decides cambiarlo. Aún estas a tiempo, todavía quedan unos meses antes de que tengas que ponerte el bikini, así que decides apuntarte al gimnasio. Organizas tus horarios, pones una dosis de voluntad, y una de dinero extra, y empiezas tu labor. No escoges uno cualquiera, necesitas uno completito, en el que puedas hacer de todo, y al final te decides por uno que te ofrece desde piscina hasta sesiones de fotodepilación y rayos UVA. Empiezas por la piscina, con la idea de poco a poco ir subiendo escalones hacia el body vive, pump...y por fin llega el primer día.

Entras en los vestuarios del gimnasio y todo va bien, no hay nadie, así que te despojas de la ropa de calle y te envuelves en tu bañador, y así ataviada, con el bañador, el gorro, las gafas y las chanclas te diriges a la piscina. Introduces tu cuerpo en el agua calentita, y ... tres brazadas más allá notas que te falta la respiración. Oh Dios, pero cuántos siglos han pasado desde la última vez que hiciste ejercicio, en fin, parece que la tarea resultará un poco más agotadora de lo que pensabas. Aún así, después de unos cuantos largos te sientes mejor, así que satisfecha y reconfortada decides abandonar la piscina y dar por terminado tu primer día en el camino hacia un cuerpo perfecto. Te encaminas al vestuario y, ¡por todos los santos! de dónde ha salido ese tropel de mujeres cuasi perfectas, musculadas, delgadas, depiladíssssssimas, morenas, envueltas en ajustadísimos pantaloncitos cortos y monísimos tops. Tu día perfecto se ha convertido en el más deprimente de tu vida, te entran unas ganas terribles de desaparecer para siempre, y te arrepientes de haberte mirado al espejo. Con esa dosis de desesperación, sales del gimnasio, sin mirarte al espejo, con unos pelos de pena gracias al agua clorada de la piscina y a los terribles secadores del vestuario, y en tu huida hacia el coche decides comerte un bollo de chocolate con un café caliente. Después, bastante más reconfortada, decides olvidar la primera visita al gimnasio, y volver a la cruda realidad. Una vez más, te has dado cuenta de que no eres perfecta. Bienvenida al club.

No hay comentarios: